LA IZQUIERDA DEL SIGLO XXI

LA IZQUIERDA DEL SIGLO XXI

30 nov 2007

CON MIL PÉTALOS DE UNA ROSA TE DIGO…
 
"La violencia de cualquier clase ejercida en contra de las mujeres, de las niñas y los niños, de las y los adolescentes, no sólo genera (más violencia), sino que también degenera (profundamente al que la practica)"
 
El tema de la totalmente condenable, dolorosa y cobarde violencia en contra de las mujeres o violencia de género (incluyendo sus "aristas" o "especies" de violencia intrafamiliar, violencia en contra de la niñez, violencia de Estado o estructural, etc.), es uno de los problemas o de los asuntos de cruel realidad que más me afectan o me molestan o me indignan. Tal vez ello se deba a que el mismo me tocó (o nos tocó) muy de cerca.
 
Así es. Dicho tema, dicha problemática que, por desgracia, no me es muy ajena. Por respeto a una de las partes protagonistas de los hechos no ahondaré en detalles o descripciones, no aportaré un gran número de datos claros que provoque "entrar" profusamente en detalles.
Luego entonces, tristemente, muy tristemente, debo comentar que una de mis dos mamás fue víctima de violencia de género (la física, para ser más específico). Ello sucedió –y estalló- aproximadamente hace cuatro años. El que para nuestra desgracia (ya que aquí incluyó a mis hermanos) es padre biológico, resultó ser un tipejo más que piensa que golpear a una mujer es la mejor forma para que ellas "entiendan" como "deben ser las cosas" dentro de una relación de pareja o familia; de esos tipejos que piensan que el único "diálogo" posible es aquél en donde los puñetazos, las cachetadas, las patadas y los empujones tienen un emisor y un receptor fijo; de esos tipejos que realmente creen que existen más de 10 "razones" que "justifican" su actuar violento o sus agresiones ("llegas tarde", "¿quién es ese?", "¿por qué te arreglas tanto?", "¿a dónde vas?", "¿por qué le sonríes a ese fulano?", "¿qué no ves que eres una mujer casada/con novio/comprometida?", "¿por qué no está lista la comida?", "no me dejas ver la tela", "¡cállate!, tú no sabes nada pendeja"  y un largo y tortuoso ectcétera); de esos tipejos que piensan que las mujeres son de "nuestra" pertenencia o que sólo "sirven" como punching bags; en fin, de esos tipejos que se encuentran orgullosos de "contribuir" tanto a la fama de macho que tenemos ante el mundo los hombres mexicanos.
 
Aunque sucedió hace cuatro años lo que se puede denominar el "punto de quiebre", cabe apuntar que, posteriormente, me enteré que ya existían lamentables antecedentes de esa conducta agresora y recriminable, deleznable en pocas palabras (unos me dirían: "no te debería extrañar, la mayoría de los violentos empiezan a agredir desde el principio de la relación). Es decir, me enteré que desde que yo andaba placidamente en el vientre de mi mamá, ese tipo ("el amor de su vida"), ya la empujaba o amagaba con zarandearla.
Regreso al "punto de quiebre". Supuestamente (lo dudo mucho; es más ya no lo creo), pasaron muchos años para que se volvieran a presentar episodios graves o gravísimos de violencia (de cualquier clase) entre mis progenitores. Hasta que llegó cierto período (abril-mayo aprox.) de hace cuatro años en el que todo se aceleró (para bien, finalmente, eso es lo que considero).En esos días empecé a oír que mi otra mamá le aconsejaba a mi mamá en cuestión que no permitiera esto y aquello, que pusiera un alto, que eso no es querer a una persona, que si creía que los moretones podrían "ocultarse" o "esconderse siempre ( acepto que hasta que puse más atención en esto último, es cuando por fin comprendí –sino al cien, si al noventa por ciento- de lo que se trataba). Mi mamá estaba siendo golpeada o ya había sido golpeada o insultada con mucha frecuencia en los últimos días. Ello me sorprendió, me dejó en cierto estado de shock,  me entristeció, no lo podía (o tal vez no quería) creer o aceptarlo, me resistía a "digerir" que una cuestión de gravedad, de agresiones, productora de tantas muertes y heridas (que tiempo atrás me pudieron parecer muy ajenas o distantes), estuviera sucediendo tan cerca de mí, que estuviera dándose en mis narices sin que yo me enterara; en pocas palabras, que el enemigo estuviera en casa y realizando cuanto le placiera. (AGGGG! Todavía eso me molesta). ¿Qué a lo mejor eso fue así por que nuestra mamá lo callaba o lo ocultaba de manera "magistral" por "nuestro bien", por "nosotros"?...Mmmm….No puedo estar de acuerdo, por que, si bien es cierto que muchas mujeres que han sido víctimas de violencia han dicho que han "aguantado" [cuando ninguno de nosotros debiera venir a este mundo a ser mártir] por sus hijos, también lo es que esas actitudes "de tapadera" o esos silencios cómplices sólo perpetúan a la violencia de género y a la atroz impunidad que acompaña a ésta. Además,  ¿sinceramente, es "lo mejor" para hijos crecer dentro de una familia o casa donde las agresiones de toda clase están a la orden del día, donde sólo ven sufrir a su mamá, donde los hijos varones pueden encontrar a "modelos" de vida nada ejemplares?.... Yo estoy seguro que no. Respaldan esta afirmación, entre otras cuestiones, diversos estudios psicológicos y/o psiquiátricos, así como varias nuevas "vidas adultas" traumadas o traumatizadas y "reproductoras" de infiernos.
 
Pues bien, el momento de la flagrancia del vil delito o acto en comento no llegaba; es decir, mis hermanos y yo no habíamos descubierto  en plena agresión al padre biológico (hoy en día creo que estábamos más que ansiosos en hacerlo). Lo bueno, que el "hombre" no tardó mucho en "encender la mecha" (relativamente todo se aceleró, todo sucedió muy rápido, entre los últimos días de abril y los primeros de mayo de ese año; ¡que bueno! que mejor que inmediatamente pusimos punto final a esa detestable situación). Una noche, mi mamá llegó un poco más tarde de costumbre. Había asistido a una reunión de trabajo. Mi padre la esperó en el patio de la casa y le empezó a reclamar. Esa vez, aunque ya estábamos acostados creo que ninguno estaba realmente durmiendo (por lo menos, mi otra mamá, mi hermano Tobías y yo no lo hacíamos). El tipo empezó a reclamarle, a gritarle, a insultarla, hasta que por último se escuchó estruendosamente (¿será por que nos llegó hasta lo más profundo del corazón?...todavía, en las pocas ocasiones que recuerdo ello, me "hierve" la sangre) una cachetada, una dolorosísima (en más de un sentido) y asquerosa cachetada… En ese momento, con una velocidad increíble, saltó primero de su cama mi hermano Tobías, quien de manera valiente, ejemplar y contundente salió a defender a nuestra mamá, la hizo a un lado (la puso a salvo), empujó y golpeó al progenitor y firmemente le exclamó que se largara; en pocas palabras lo corrió. Para ese momento yo ya había llegado al sitio, a ayudar a mi hermano y, al mismo tiempo, a separarlos. Entonces, hubo unos cuantos segundos o minutos de "calma" (en realidad, el forcejeo, la discusión acalorada y "la sentencia de lanzamiento" seguían o permanecían inamovibles). Durante esos instantes el "hombre" trató de "justificar" su conducta y/o de encontrar a algún "aliado". Dicha búsqueda la enfocó en mí (lo cual no me halaga, tal vez quería utilizar o pensó que le serviría jugar la "carta del primogénito")…Pero, ¡NO! NO, NO y NO. No le funcionó. NO podría yo haberme vuelto su aliado o su "justificador" sin haberme arrepentido de ello todo el resto de mi vida (ni más ni menos). Me le hubiera reprochado enorme y perennemente. ¿Pues qué esperan esos tipos? ¿Qué se repita hasta el hartazgo la "dictadura del macho"? ¿Qué uno se siente sólo a ver y a aplaudir mientras golpean, vejan, intimidan, etc. a una mujer?... ¡No! Simplemente, no cuenten conmigo para ello…
Así pues, para ese instante, yo ya me había sumido plenamente a mi exigencia de mi hermano, así como a su ejecución. Es decir, unos cuantos segundos después lo estábamos lanzando a la calle…Desde ese día ya no vive con nosotros (AFORTUNADAMENTE)
….
 
¿Qué si me arrepiento de lo sucedido? No, al contrario, estoy orgulloso; entre otras razones, por que –como ya lo comenté en otra "entrada"-  ser de izquierda o decirse de izquierda o proclamarse con determinadas convicciones, se demuestra en los hechos y en la cotidianidad, ahí está la "prueba de fuego" del discurso.
¿Qué si no tomo o tomé en cuenta que se trataba de mi padre biológico? Tan lo tomé en cuenta que llegué a la siguiente conclusión: ¿Y eso es todo, eso es "definitivo e inatacable"? ¿El parentesco o el lazo sanguíneo otorga una especie de "carta de impunidad plena", sin importar que estemos ante los peores delitos o ante los más abominables actos? (recuerden cuantos casos de violencia psicológica, moral o sexual han tenido como víctimas y victimarios a familiares). Además, yo pienso que el respeto y el cariño se ganan, no se deben imponer.
¿Qué si no creo que nuestro caso era uno de "menos difíciles" dadas diversas circunstancias? Sí, muy probablemente así es. Es decir, cuando "estalló" todo nosotros teníamos muchas ventajas en comparación con muchos otros seres humanos que han estado en peor situación (y que, por lo tanto, para mí, ellas y ellos sí son efectivamente víctimas directas o indirectas de la violencia de género). Lo que trato de decir es que, por ejemplo, nosotros, en ese instante, ya teníamos más de veinte años y teníamos una estatura considerable que cargaba en nuestro favor la balanza de la fuerza física. Así mismo, hemos tenido la suerte de recibir preparación académica y una poderosa educación (ésta última, nada menos que de un matriarcado o de un semimatriarcado). Igualmente, sin ser millonarios, teníamos más de una fuente de ingresos. Mi mamá –como lo apunté- sí trabajaba…Creo que eso poco que he plasmado en este párrafo, nos da cierta idea de algunos otras causas (¿o "causas"?) y/o realidades que "fomentan" o que "fortalecen" las pesadas e indignantes estructuras que soportan a la dictadura machista y/o a la opresión y violencia ejercida en contra de las mujeres.
¿Qué si yo quiero repetir la historia? Por supuesto que no! Jamás. No quiero hacerlo… Y un día un conocido me dijo: "Sólo suponiendo, que un día, en un muy, remoto caso, por una u otra cosa, sí repitieras el cuento ¿Qué pasaría?"… Debo confesar que esa pregunta no me agradó. El sólo hecho de hablar de ello, aún sea de esa manera (plasmada exclusivamente como una remota posibilidad; aunque otros dirían que más bien como "pregunta tramposa) es algo que me molesta o que no forma parte de las cuestiones que más me gusta tocar o analizar en mi día a día (en otras palabras, esa "posibilidad" también me parece totalmente indeseable)… Pero ese cuestionamiento no se quedó sin respuesta; palabras más, palabras menos, le expresé: "Pues ese día, yo mismo me entregaría a la policía y quedan "autorizadas" (por no decir que obligadas) determinadas personas (quienes ya saben su encomienda) para hacer todo lo necesario para que me refunda en la cárcel y para que sea castigado de las más diversas maneras"
 
 
¿Qué tienen en la cabeza y en el alma?...O mejor dicho, ¿Qué no tienen en la cabeza y el alma los golpeadores y demás agresores de las mujeres, para darse cuenta que son unos seres maravillosos que lo único que AUTÉNTICAMENTE SE MERECEN es un real amor? ¿Qué no un beso, una caricia, un abrazo, una sonrisa, una carcajada, un guiño de ellas y/o para ellas, son infinitamente más gratos, reconfortantes y valiosos que una patada, un puñetazo, un insulto o una lágrima? ¿Tan grande es la inseguridad y bestialidad de los agresores? ¿Tanto temen que se siga cumpliendo, al pie de la letra, lo que una vez expresó Margaret Tatcher: "En cuanto se concede a la mujer la igualdad con el hombre, se vuelve superior a él"?...

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