LA IZQUIERDA DEL SIGLO XXI

LA IZQUIERDA DEL SIGLO XXI

22 abr 2007

PERO ESO SÍ, SE LLENAN LA BOCA…

De múltiples auto-elogios, de sonoras auto-alabanzas y de impúdicas peroratas. ¿A quiénes me refiero? Pues, a la mayoría de los “grandes empresarios” que trabajan (y contengo la estruendosa carcajada) en y por nuestro país. A esos supuestos empresarios (que en realidad sólo son beneficiarios, defensores y promotores del “neoliberalismo a la mexicana”, es decir, de “el capitalismo de y para los cuates y compinches”), que no pierden oportunidad alguna para insinuar comentar, expresar o presumir que ellos “crean miles de fuentes de empleos”; que ellos “dan de comer a no se cuantas familias”; que ellos “impulsan la economía de país”; que ellos son “el motor del desarrollo económico de México”; que ellos “invierten en y por el país”; que ellos sí tienen derecho a denunciar o a satanizar a los vendedores ambulantes, por que “ sí pagan impuestos”, etc.

Los siguientes párrafos echan abajo o ponen seriamente en duda muchas de las expresiones antes señaladas. Dichos párrafos son una transcripción parcial de un artículo de Carlos Acosta Córdova, el cual está relacionado con el tema de la presente "entrada". Ese artículo fue publicado en las páginas 18 a 21 del Proceso número 1589 (15/04/O7) [Por lo tanto, CISA-editora de Proceso- es la titular exclusiva de todos los derechos relacionados con el mismo]Por cierto, sólo las negritas son mías:

DESASTRE HACENDARIO

Carlos Acosta Córdova

Las empresas, sobre todo las más grandes –aquellas que tienen ingresos anuales superiores a los 500 millones de pesos-, viven en el paraíso y ganan de todas, todas: no le pagan al fisco lo que le deben, lo obligan a devolverles grandes cantidades –con lo que el pago neto de impuestos es nulo- y, lo peor, no invierten ni crean más empleos.
Bajo la máxima de “ganar ganar” y con la venia y/o la incapacidad de las autoridades, se quedan con todo.

Y lo grave es que lo hacen de manera legal. Sí la legislación fiscal se lo permite todo. Al grado de que grupos financieros, grandes consorcios automotrices, del hierro y del acero, de alimentos procesados, de tiendas departamentales y de autoservicio, entre muchos otros, si bien cumplen con el fisco “en tiempo y forma”, al final –porque se les devuelven cantidades millonarias- terminan pagando sumas tan irrisorias como insultantes.

La Auditoria Superior de la Federación (ASF), que la semana pasada presentó públicamente su Informe del Resultado de la Revisión y Fiscalización Superior de la Cuenta Pública 2005, encontró que por lo menos 50 grandes empresas, de esas que tiene ingresos brutos superiores a 500 millones de pesos, terminaron pagando en 2005 entre 1 y 74 pesos por Impuesto Sobre la Renta, y otras 50 pagaron de 1 a 67 pesos por el Impuesto al Valor Agregado.
(…)

En 2005, entre devoluciones y créditos fiscales, Hacienda dejó de ingresar al erario 218 mil 320 millones de pesos, cantidad equivalente a 27.5% del total de los ingresos tributarios del gobierno federal en ese año, que fueron de casi 793 mil 7 millones de pesos.

(…)

Es alto el costo de las devoluciones de los impuestos, pero más grave es que sean unos cuantos los grandes beneficiarios de las mismas. En 2005, el SAT hizo efectivas (pagó, pues) 859 mil 919 solicitudes de devolución -107 mil 579 menos de las presentadas-, de las cuales 3.4% fueron de grandes contribuyentes, es decir empresas grandes, con ingresos brutales anuales mayores a 500 millones de pesos, y el 85.5% del resto de los contribuyentes.
Pero el dato es que, aunque fue muy menor la cantidad de las solicitudes de grandes contribuyentes, el monto que se les pagó fue muy superior al de los otros: por las 33 mil 172 devoluciones que se les pagaron, las grandes empresas recibieron casi 106 mil 520 millones de pesos (un promedio de 3 millones 211 mil 100 pesos por cada devolución); mientras que las 826 mil 747 devoluciones pagadas al resto de los contribuyentes sumaron poco más de 43 mil 103 millones de pesos, con un promedio de 52 mil 100 pesos cada una. Es decir, de los 149 mil 622 millones 902 mil 800 pesos que devolvió el fisco en 2005, el 71.2% fue a parar a manos de los grandes contribuyentes que, según los datos de la ASF, fueron sólo 4 mil 132 empresas; y el restante 28.8% se distribuyó entre 519 372 contribuyentes de menor rango.

Pero la concentración no para allí. La Auditoría detectó que de los 4 132 grandes contribuyentes beneficiados tan sólo 398 recibieron casi 81 mil 498 millones -76.5% de los casi 106 520 millones de pesos- y aún más: tan sólo 10 empresas obtuvieron 17 mil 416 millones de pesos 300 mil pesos, 21.4% de aquellos 81 mil 498 millones.

Impedido por la ley -el secreto fiscal- la ASF no pudo dar los nombres de esas 10 grandes empresas, pero sí las ubicó: “5 de ellas en el sector automotriz, una cadena de tiendas departamentales o de autoservicio, una de productos fotográficos; una se encuentra en la industria de la panificación, otra más en la del hierro y el acero, y la última es una institución financiera”. También: “Por tipo de impuesto, las devoluciones en este segmento correspondieron en 71% al IVA aplicable a las empresas altamente exportadoras”.

(…)

Pero no sólo eso. La ASF comparó los montos de las devoluciones con las cantidades que las empresas destinan a la inversión productiva. Y otra sorpresa: mientras que en el período 1998-2000 –los tres últimos años del gobierno de Ernesto Zedillo- la inversión privada fue de 455 mil 908 millones de pesos y las devoluciones de 166 mil 904 millones de pesos, en el período 2001-2005 –los primeros cinco años de gobierno de Vicente Fox-, la relación fue inversa: las devoluciones de impuestos totalizaron 604 mil 366 millones de pesos, mientras que la inversión privada apenas fue de 279 mil 833 millones de pesos. En resumen: en el primer caso, la inversión privada fue superior, en 289 mil millones de pesos, a las devoluciones; en el segundo, la inversión privada fue de 324 mil 533 millones inferior al monto de las devoluciones de los impuestos.

(…)

Pero las grandes empresas no son sólo las que se llevan el grueso de las devoluciones, sino que también son los que más deben al fisco y los que menos tienen disposición de pagar. (…)

Los créditos fiscales son adeudos que determina la autoridad una vez que detecta el incumplimiento de alguna disposición de la ley fiscal. (…)

(…)

Y pasa lo mismo que con las devoluciones: hay una gran concentración, y son las grandes empresas las más beneficiadas.
De los más de 2 millones de adeudos con el fisco, 0.3%, 5 mil 619 créditos fiscales corresponden a grandes contribuyentes que ordenan, que adeudan un total de 82 mil 238 millones de pesos, 16.6% del importe total.
Cada deuda fiscal de los grandes contribuyentes es de casi 14 millones 636 mil pesos, mientras que el promedio general de los créditos fiscales es de 243 mil 500 pesos. Eso evidencia, dice la ASF, que las grandes empresas, es decir, los grandes contribuyentes “son a la vez los grandes deudores fiscales”.

(…)

La concentración no para ahí. De los 668 mil 545 deudores que en total había en 2005, sólo 298 -0.4% del total de deudores- tenían créditos fiscales superiores a 200 millones de pesos; ellos solos concentraban 20 mil 717 créditos, 1% del total, pero el saldo de su deuda con el fisco ascendía a 239 mil 574.3 millones de pesos, 48.3 de la cartera total. Cada uno de esos 298 grandes deudores tenía un promedio de 70 créditos fiscales por un monto de 803.9 millones de pesos cada uno. En tanto, los restantes 668 mil 247 deudores tenían tres créditos fiscales, con un importe promedio cada uno de 384 mil 400 pesos.

(…)

En una clasificación por rangos, la ASF observó que la concentración es todavía más profunda: sólo 46 deudores, con créditos acumulados superiores a los mil millones de pesos, suman una cartera de casi 143 mil 585 millones de pesos, monto equivalente a 60% del total de ese grupo y a 29 % de la cartera total.

Para dimensionar el monto de lo que los grandes contribuyentes no le pagan al fisco, la ASF ejemplifica: “Los créditos de estos 46 contribuyentes equivalen a 45.1 de los ingresos del gobierno federal por IVA en 2005, y habrían cubierto 81.1% de las pensiones de ese año”.

Ahora bien, al señalar quiénes son esos grandes deudores, renuentes a pagar al fisco, la ASF detalla, sin dar nombres:
tres bancos concentran 780 créditos un monto de 28 millones 623 mil 193 pesos, 80.7% de todo lo que deben al fisco el conjunto de instituciones financieras. Más: 14 empresas del ramo de la construcción acumulan 235 créditos que importan una deuda de casi 9 mil 881 millones de pesos; 40.7% del total de ese grupo. Además, 11 ingenios tienen 739 créditos con un adeudo al fisco de 8 mil 257.1 millones de pesos, pero tan sólo cuatro concentran más de la mitad de los créditos y del monto de los mismos.

También: de las seis grandes empresas del ramo del transporte, dos registran mil 60 créditos por casi 5 mil 780 millones de pesos, 82.4% del monto total del ramo. Y en el ramo de entretenimiento y comunicaciones, entre los que más deben al fisco hay cuatro clubes de futbol, con 79 créditos por un monto cercano a 2 mil 179 millones de pesos; también hay una “compañía editorial” que con 40 créditos debe al fisco 2 mil 675.5 millones de pesos.

Por último, hay dos cadenas televisivas –no hay que hacer mucho esfuerzo para adivinar los nombres- que tienen créditos que hacen una deuda de mil 521.8 millones de pesos.

(…)

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Considero que las personas (tanto físicas como colectivas) que integran al CCE (“Consejo Cínico Empresarial”), a la ABM (“Asociación de Bancos EN México”, por que “de México” ya sólo es un mal chiste), al CMHN (“Consejo Mexicano de Hombres de Negocios… sucios) o a cualquier otra organización empresarial; deben -en lugar de estar tramando como explotan más a sus empleados, como les eliminan o regatean a los mismos más derechos humanos y laborales, como consolidan monopolios voraces e impunes o como financian-ilegal e ilegítimamente- campañas para detener “peligros para México”-; finiquitar adecuadamente todos las deudas que tengan con la Hacienda Federal. Así mismo, los legisladores no pueden ni deben posponer más la discusión y aprobación de una auténtica reforma fiscal integral, progresista, justa y eficiente.

Por último, ahora recuerdo que yo sí fui testigo (indirecto si quieren), allá en el ya lejano año 2005 d. C. (por eso de que la tecnología acelera todo), de la forma en que las empresas o personas “morales”-vía la devolución de impuestos- terminan contribuyendo al erario en una cantidad mucho menor a la que dicen.
Resulta que en una ocasión, en mis tiempos de “actuario fiscal” (notificador-verificador debiera ser el nombre correcto), me acompañó, para “capacitarme”, un compañero de trabajo, quien me comentó, entre otras cosas, que todos deseaban notificar “devoluciones” (o, mejor dicho, respuestas afirmativas a solicitudes de devolución de impuestos), ya que en ese caso “el contribuyente” (más si se trataba de una empresa) sí te recibía y/o trataba como “rey” (ese comentario también me lo hicieron otros colegas de esos tiempos)
Pues bien, nos dirigimos a una Colonia donde se encuentran las instalaciones de varias empresas (su nombre lo dice todo: Colonia Parque Industrial 5 de mayo). El lugar al que acudimos es una imprenta. Para ese momento, mi ex compañero de trabajo, de manera “magnánima”, ya me estaba permitiendo ir conociendo y/o acomodando los diversos documentos a notificar (multas, requerimientos, etc.).Pero, una vez que llegamos a esa imprenta y que se dio cuenta que el documento a entregar era una “devolución” por 30 mil pesos, me pidió (aunque en realidad antes de terminar su petición ya la tenía en sus manos) que le diera dicha devolución. “Esa la entrego yo “me dijo (¡ahh! que ganas de pararse el cuello o de ser zalamero tienen algunos) Luego entonces, “el poli” de la empresa nos preguntó que si no se trataba de una multa (estaba bien prevenido, lo que sea de cada quien). Tan pronto le contestamos que no, hizo acto de aparición el mismísimo contador de la imprenta (en ese trabajo uno descubre que eso constituye un gran “honor”), el cual nos recibió con la mejor de sus sonrisas; nos invitó a pasar a la sala de juntas; nos “ofreció asiento”; nos convidó refresco, galletas, agua, “un dulcecito”, etc. y festejó cuanto comentario hizo mi compañero. Es más, hasta dejamos de ser “los jóvenes” y nos convertimos en “los lic.” (Faltaba más)
Era la segunda “devolución” que obtenía esa empresa en ese año (y todavía esperaba la respuesta a otras dos, me parece)

Lo anterior me hace concluir, y más después de haber leído el artículo de Acosta Córdova, que en ese 2005 yo (y otros, claro está) pagué, en un sólo mes-vía “descuento” a mi salario- más impuestos de los que pagó –por todo un año- una empresa que gana más de 500 millones de pesos anuales ($300 contra $74) ¡Ahhh! Pues con razón dicen que ese es el “México ganador, el México que queremos”, ya que es reteequitativo, sólo que no me había dado cuenta.

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