LA IZQUIERDA DEL SIGLO XXI

LA IZQUIERDA DEL SIGLO XXI

8 sept 2007

CEnsor PROfesional de Partidos Izquierdistas Estorbosos

Como bien saben muchos, Ruth Zavaleta Salgado, actual presidenta de la Cámara de Diputados y legisladora integrante del grupo parlamentario del PRD, fue CENSURADA –de manera cínica o descarada- por el CEPROPIE (Centro de Producción de Programas Informativos y Especiales); órgano éste que, muy probablemente (por no decir que seguramente), llevó a cabo dicha acción no sólo de muto propio, sino también por órdenes del transparente, nada represor y tolerante secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña (o Mandriles Acuña, como varios lo conocen desde que mandó a golpear y a torturar a algunos altermundistas que se manifestaban o protestaban, allá en Guadalajara, con motivo de la tercera Cumbre de Jefes de Estado de América Latina, el Caribe y la Unión Europea que tuvo lugar en aquella ciudad)

Esa censura consistió en “sacar del aire” (o desaparecer de la pantalla, o transmitir en su lugar otras imágenes) a la aludida diputada, justo en el momento que leía un pequeño discurso que había preparado para explicar por qué se ausentaría -temporalmente- del salón de sesiones y por qué no le recibiría al “haiga sido como haiga sido” su “informe” de gobierno (razones que, como ella mencionó, comparten muchos mexicanos. Es más, muchos de esos mexicanos opinan o seguirán opinando que hasta se quedó corta). Pues bien, como se puede ver, varios panistas han optado por “reciclar” actitudes censoras o coartadoras de la libertad de expresión, que merecen, sin lugar a dudas, una ABSOLUTA CONDENA (a lo cual por supuesto me sumo).
¿Y qué impulsa a esos “servidores públicos” a realizar ese “reciclaje” de actitudes? Pues su deseo enfermizo, obsesivo, impúdico de dar una imagen (tanto hacia fuera como hacia adentro) de “unidad nacional”, de “reconciliación patria”, de “cicatrización total y perenne de las heridas”, de “calma azul posterior a la tormenta provocada por rayitos amarillos de esperanza” , de “muerte de los renegados”, de “normalidad democrática”, de “que aquí ya no pasa nada”



El anterior suceso obliga a plantearnos la siguiente pregunta: ¿Luego cómo no quieren que la administración del aviador de Los Pinos –y la forma en que éste llegó al poder- nos hagan recordar con vehemencia algunos años o momentos pasados en los que los príistas fueron las “pobres” víctimas de “errores técnicos” (el 88, el 90, el 91, etc.)?


Además, no es la primera vez que algún funcionario (¿en verdad “funcionan”?) de esta administración nonamesina ejerce, sin preocupación alguna, actos de censura en contra de algo o de alguien que “huela” o que esté relacionado con la izquierda o, mejor dicho, con López Obrador. Basta recordar los programas o “cápsulas” del PRD y del PT, acerca de la toma de posesión de AMLO como presidente legítimo, que en un principio no fueron transmitidos por órdenes del director de RTC (Radio, Televisión y Cinematografía) de la Secretaría de Gobernación; quien “pensó” que la ley lo facultaba para calificar a ese tipo de programas o para otorgarles o no un “sello de buenas maneras”, un “certificado de moralidad audiovisual” (ignorando o pretendiendo ignorar que esos tiempos en radio y televisión constituyen una prerrogativa o un derecho más de los partidos políticos, el cual no debe superar ante la SEGOB y/o ante los medios comerciales ningún proceso de “certificación” o de “visto bueno”)



Volviendo al acto de censura del pasado 01 de septiembre, cabe apuntar que tal vez el mismo no hubiera podido concretarse si la transmisión televisiva –a nivel nacional y vía aérea- de los “informes” de gobierno, de las tomas de posesión o de cualquier otro evento en el que integrantes del ejecutivo acudan al Congreso de la Unión, ya estuviera a cargo, exclusivamente, del Canal del Congreso, el cual poco a poco se va convirtiendo –por fortuna- en un auténtico medio de comunicación PÚBLICO y PLURAL, y no en un medio gubernamental o en una “vocería” de algún poder o de algún grupo. Por ejemplo, y por lo que respecta al caso que nos ocupa, yo me enteré del acto censor dos o tres días después de que ocurrió, ya que no lo presencié, debido a que seguí el “gran evento” a través del Canal del Congreso y en dicho canal no hubo ningún corte o “sacada del aire”. He ahí una ventaja o virtud de ese medio de comunicación. ¿Otra? Pues no tener que soportar los comentarios y/o narraciones “edulcoradas”, descaradamente parciales, mentirosas, vergonzosas e irritantes de “periodistas” como Ramón Fregoso (no es raro) o Diane Pérez (lástima de preparación; desde el 01 de diciembre del año pasado abandonó lastimosamente cualquier tipo de objetividad)



¿Y cómo terminó todo esto? Pues como también muchos ya saben: fue “despedido” (aunque, en realidad, estaba contratado por honorarios y su contrato ya había terminado desde el último día de junio de este año; es decir, ya no debería estar ahí trabajando) el director del CEPROPIE, cuyo “gran mérito” para haber ocupado ese cargo fue el haber sido, durante la campaña electoral, “camarógrafo particular” del que-junto con su camarilla- asaltó el poder (Álvaro Delgado dixit). Así mismo, se le ofreció (seguramente a regañadientes, en el caso de algunos) a la diputada Ruth Zavaleta una disculpa por lo acontecido. ¿Alguna otra cosa?... Ninguna.

Por cierto, la diputada antes mencionada sí aceptó (sin muchos problemas) la disculpa (lo cual molestó mucho a uno de los fervientes admiradores de AMLO, a Víctor Hernández, el mero creador del blog “El Sendero del Peje”)



Ahora bien, y para terminar, aquí les dejo la transcripción de un artículo de Jenaro Villamil que también alude (de manera magistral, a mi parecer) el tema en cuestión (las negritas y/o énfasis son míos):

LAS “FALLAS TÉCNICAS” DEL CALDERONISMO

JENARO VILLAMIL

México, D.F., 4 de septiembre (apro).- Frente al fraude electoral del 2006, se dijo que lo único que se registraron fueron “fallas técnicas” en el PREP; para justificar la censura a los programas del IFE sobre el Frente Amplio Progresista (FAP), la Secretaría de Gobernación adujo que se trataba de “fallas técnicas”, y para no investigar a los elementos del Ejército que presuntamente abusaron de la indígena Ernestina Ascensió, prácticamente nos dijeron que la anciana de Zongolica murió por “fallas técnicas” gastrointestinales.

Ahora el titular de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, vuelve a recetarnos la misma frase para hacernos creer que la suspensión de la señal en televisión abierta durante el breve discurso de Ruth Zavaleta, presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, durante la sesión de apertura de sesiones del 1 de septiembre, también se debió a una “falla técnica”.

No sólo eso, Ramírez Acuña, con el carisma que lo caracteriza desde que mandó a darle de catorrazos a los ‘altermundistas’ en Guadalajara, nos ordena que quien piense lo contrario puede caer en algo similar al delito de perjurio:

“Aquel que diga que hay censura está mintiendo. No hay elemento alguno. Se cometió un error que desde el primer momento se aceptó y se ofrecieron las disculpas correspondientes”, declaró airado el actual ocupante de las oficinas de Bucareli.

Cree el señor Ramírez Acuña que con la renuncia ipso facto del director de Cepropie, René Antonio Palavicini, excamarógrafo durante la campaña de Felipe Calderón, todos quedarán felices y contentos.

Sin embargo, el problema técnico más grave para el autoritarismo anacrónico es que sus explicaciones no evitan las consecuencias políticas de sus desplantes y abusos, por más torpes que éstos sean.

La censura a las palabras de la perredista Ruth Zavaleta fue documentada en vivo y en directo. No había razón alguna para que Cepropie cortara la transmisión y menos para que las dos grandes cadenas de televisión abierta, Televisa y TV Azteca, no utilizaran la señal del Canal del Congreso, observada por todos a través del sistema de televisión por cable y satelital.

Una “falla técnica” de tal puntería sólo es posible si alguien da la orden expresa de que se corte la transmisión. Y ese tipo de órdenes, en medio de un informe presidencial, con el alto grado de sensibilidad política que se generó en los días previos, no son atribuibles al director de un centro de producción televisiva dependiente de Los Pinos, sino a sus jefes de mucho más arriba.

En otras palabras, lo sucedido el 1 de septiembre no se trata de una “falla técnica”, sino del indicio de una nueva traición política, al estilo que nos tiene acostumbrados el calderonismo en sus nueve meses de administración.

La decisión de “enmendar” o escurrir el bulto de la responsabilidad ante esta censura se tomó después que Televisa denunció el hecho y se deslindó.

En el programa especial transmitido por el Canal 9 de esta empresa, el conductor Joaquín López Dóriga fue lo suficientemente enfático para aclarar que Televisa no era la responsable de que se hubiera cortado la señal.

Incluso le aclaró al líder nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Leonel Cota Montaño, que esa decisión se tomó en la esfera gubernamental.

A las 21:35 horas, después del airado deslinde de Televisa, Los Pinos ordenó un nuevo encadenamiento nacional que resultó tan fallido como autoincupaltorio.

Sin explicación alguna de por medio, los televidentes que observaban en ese momento El bombero atómico de Cantinflas, en Canal 2, o Historias engarzadas, en Canal 13, vieron interrumpida las transmisiones para escuchar dos minutos del mensaje en el que Ruth Zavaleta, diputada por el PRD, explicaba que abandonaba la Mesa Directiva para no avalar la ceremonia con un presidente carente de legitimidad.

Las reacciones en contra fueron muchas. El mismo director de Canal Once, Julio Di Bella, calificó de “absurda e inexplicable” la suspensión de la señal. El escritor Carlos Monsiváis afirmó que fue un acto “pueril”; el jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, insistió en que se trató de un acto de censura, y el coordinador de los diputados del PRI, Emilio Gamboa Patrón, declaró que se trató de un agravio no al PRD sino al Poder Legislativo.

Las consecuencias políticas se ven ahora. En el seno de las coordinaciones del PAN en San Lázaro y Xicoténcatl hay descontento porque la “falla técnica” puso en riesgo todas las negociaciones en torno de las reformas fiscal y electoral.

Y el PRD tuvo un largo encuentro con su excandidato presidencial y dirigente más importante, Andrés Manuel López Obrador, para actuar en consecuencia.

Ahora sólo falta que Los Pinos nos haga creer que los incrementos a la gasolina serán simples “fallas técnicas” en la recaudación impositiva que merecen ser enmendadas y que el cuento de que existen 630 mil nuevos empleos son una realidad, a pesar de las “fallas técnicas” del INEGI que apuntan en sentido contrario.

En política las “fallas técnicas” se traducen como agravios. O como el verdadero mensaje más allá de las frases huecas que hablan de reconciliación, diálogo y negociación.

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