LA IZQUIERDA DEL SIGLO XXI

LA IZQUIERDA DEL SIGLO XXI

15 jul 2007

¡AL DIABLO USTEDES!


(PORQUE LAS INSTITUCIONES DEBEN SER DE LOS CIUDADANOS)

Como muchos saben, el 25 de abril del año en curso los magistrados que integran la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) [también conocido como TRIFE o como Tribunal Electoral Federal], decidieron –lamentablemente- negarle a la revista Proceso (así como a W Radio) el acceso a las boletas electorales que se utilizaron en los comicios presidenciales del año pasado. Dicha resolución o sentencia –que confirmó la negativa de acceso previamente otorgada por todos los órganos de transparencia que existen en el IFE- constituye un acto que no contribuye en nada (todo lo contrario) a la certeza y contundencia que todo resultado electoral debe tener; más si se trata de resultados electorales correspondientes a una competencia por la presidencia de un país; más si se trata de una “carrera presidencial” tan visceral, tan disputada, tan inequitativa y tan llena de apasionamientos y/o polarizaciones como la que tuvo lugar en México el año anterior.

Esa decisión también puede ser calificada como “muy triste” o de una “gran pobreza democrática” (ya que, como otros han opinado, sí considera a las boletas documentos públicos, pero documentos a los cuales sólo pueden tener acceso –y comprender o interpretar- los llamados funcionarios electorales [los “sacerdotes electorales” como acertadamente los bautizó John M. Ackerman en el número 1591 de Proceso, de fecha 29/04/07]) y; hasta cínica (ya que los magistrados insistieron en que autorizar el recuento de las boletas pudiera producir, entre otras cosas, una violación al secreto del voto [¿¿??] ¿Siguen creyendo que todos nacimos ayer? ¿Creen que convencerán a todos de que hacer un recuento traería como resultado conocer por quien votó cada uno de los mexicanos que acudimos a hacerlo?... Tal parece que sí)

-A continuación una boleta electoral "muestra" de los comicios presidenciales. Sólo recuerden que a las boletas de esa elección les correspondió el color café y que, además,los recuadros de candidatos fueron finalmente menos debido a las coalciones electorales que se constituyeron. Sigo preguntando,despúes de ver nuevamente esa boleta, ¿de qué forma un nuevo recuento produciría que todos supiéramos por quien votamos? ¿el Tribunal, el IFE y nosotros somos magos o adivinos? ¿Somos experto en grafoscopía? ¿Alguien conoce la letra, o la manera en que trazamos una figura, de todos los mexicanos?



Lástima, con la sentencia en cuestión los seis nuevos magistrados del Tribunal (entraron en funciones
-como ya lo dije en otra ocasión- en noviembre del año pasado) dejaron ir una enorme e inigualable oportunidad de establecer una tajante y loable distancia o diferencia respecto a sus predecesores (los cuales, con su calificación de la elección presidencial, salieron por la “puerta de atrás” de la historia). No quisieron, “les dio miedo” querer, o “les hicieron” ($$) no querer. Repito, lástima; ya que de haber querido, hubieran establecido ese tipo de diferencia desde el principio de su encargo y, de paso, hubieran cambiado –relativamente rápido- la imagen que sus antecesores le “heredaron” al Tribunal (como Institución en abstracto).
Ojalá que sus siguientes fallos (tanto trascendentales como “ordinarios”) los ayuden en algo a reivindicarse (aunque la sentencia en el caso de Hank Rhon no apunta en esa dirección)
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En sesión de fecha 17 de mayo de 2007, los integrantes del órgano judicial en comento “dieron luz verde” a la destrucción de las boletas electorales; es decir, otorgaron su plena autorización para que los consejeros del IFE determinaran libremente (sin preocupación alguna) cuando, donde y como se destruirían dichas boletas.
Esa noticia es la que provoca que López Obrador declare o deslice la posibilidad de movilizar a sus simpatizantes con el objeto de evitar la mencionada destrucción.
Afortunadamente, el Consejo General del IFE, en sesión del 01 de junio del presente, decidió que todo lo referente a la destrucción de la documentación electoral se acordará hasta que se terminen todos los juicios o procesos legales que se hayan iniciado con motivo de las solicitudes de acceso a las boletas electorales (¡Vaya! ¡Milagro! Eso que se trata de los mismos consejeros que se opusieron al recuento ya que según ellos el proceso electoral-incluyendo obviamente el 02 de julio- había sido más que perfecto o “pulcro”)… ¿O acaso lo que parece que se convertirá en la “amenaza eterna” de su destitución es lo que los orilló a decidir en ese sentido? ¿O temieron, aunque sea un poco, el descontento social que pudo haber producido una determinación a favor de la destrucción casi inmediata? (ya que la consejera Lourdes López presentó ese día una propuesta o “proyecto” en el cual se establecía que 10 días después de esa sesión se comenzara con el “destrozo electoral”) ¿O, simplemente, respetaron un acuerdo previo que habían tomado respecto al tema desde finales del año pasado (Acuerdo previo, respetar… me suena, me suena)…Me inclino más por la primera y por la tercera opción.

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Bueno, y a todo eso (aunque sea la enésima vez que se pregunte), ¿por qué no aceptar un recuento total o general de los votos emitidos para la elección presidencial?... ¿por que no lo autoriza nuestra normatividad electoral? (pues en otras países en donde la competencia fue igual o más reñida- y donde si se accedió al recuento- tampoco la legislación electoral contempla esa posibilidad)

…¿por que llevaría mucho tiempo? (vamos, ¿Qué nos costaba esperar tres o cuatro semanas más para conocer – y RECONOCER MASIVAMENTE- al nuevo presidente de México?) Además, había un considerable “ejército” ciudadano más que interesado o dispuesto a ayudar en esa tarea (el hecho de que el recuento del nueve por ciento de las casillas se realizó en cuatro días –participando en el mismo, en cada consejo distrital, un promedio de 10 personas-; ¿no es un indicio de que el recuento del cien por ciento de las casillas se hubiera realizado a mayor o idéntico ritmo si en cada consejo distrital hubieran intervenido 25 ciudadanos; por decir algo? (25*300= 7 500. Creo que simplemente Proceso, por si sólo, convocó y registró para esa labor a más de 18 mil ciudadanos)

…¿por que los votos ya habían sido contados “bien” por los ciudadanos, y por que las mesas directivas de casilla que éstos formaron sólo pueden “instalarse” el día de la jornada electoral? Primero, los votos no se contaron de manera adecuada (como los múltiples errores aritméticos y las negligencias dolosas lo prueban). Segundo, los ciudadanos que hubieran participado en el “gran recuento nacional” ¿son menos confiables y/o capaces que los que integraron las mesas directivas de casilla? ¿O que cierto número de éstos últimos no podía haber sido nuevamente convocado por el IFE? (si tanto valoran la capacitación que les otorgaron) ¿Que no hubiera sido muy lógico o práctico autorizarles el uso de calculadoras a todos los participantes en ese nuevo cómputo nacional?

…¿por que el recuento en sí ya había tenido lugar? (ya que se alegó que en varias casillas los votos no se contaron ni una ni dos veces, sino hasta en tres o cuatro ocasiones) Bueno, aún suponiendo que en varias casillas así haya sido, permanece intacto el “pequeño” detalle de que sólo fue así en VARIAS y no en TODAS las casillas. Además, los promotores y/o simpatizantes del llamado recuento queríamos un SEGUNDO CONTEO “GLOBAL”, TOTAL o NACIONAL de los votos (dentro del cual se podrián haber llevado a cabo, en cada consejo distrital, todos los recuentos que las personas hubieran querido o necesitado; claro está) Además, si el PAN y otros actores argumentaron que los resultados “ya estaban dados”, “que ya no se modificarían”, “que el pueblo de México ya había votado”, “que el pueblo de México ya había hablado”, etc.; entonces, ¿a qué le temían? La enorme sabiduría popular nos indica que “El que nada debe, nada teme”, así de simple ¿O no?
¿O acaso les preocupaba el “exceso” de boletas y/o votos que se presentó en algunas casillas, así como la “escasez” de los mismos que tuvo lugar en otras? (¿”Taqueo” masivo de votos? ¿”Robo hormiga” inusualmente alto de votos?) Y lo anterior no es una insinuación temeraria o sin ningún fundamento. El anterior Pleno de la Sala Superior del TEPJF, en su dictamen de calificación de la elección presidencial, estableció (o admitió por así decirlo) claramente que sí se habían presentado ese tipo de situaciones en varias casillas (algunas hasta las anuló). Otra cosa es que también hayan “inaugurado” la bien nombrada –pero maléfica para la democracia- “teoría jurídico-electoral” del nomás tantito (“puedes realizar ciertos delitos electorales o trampas en esa materia, pero siempre y cuando sólo sea en cantidades ‘discretas’“), la cual tiene como pilar al concepto “maravillosamente flexible” de la determinancia (hasta neologismos aportan, faltaba más. “Puede que haya clara desproporción entre el número de votantes y las boletas depositadas o que se poseen al final del día, es más, hasta puede darse el caso de que efectivamente falten muchos votos, o que se hayan “multiplicado” las boletas; pero eso no es importante, no tiene determinancia, no nos interesa si el primer lugar sigue siendo primer lugar a pesar de esas circunstancias, y el segundo lugar sigue siendo segundo”)

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Todo lo anterior viene a cuentas por dos razones:

1º Hace 13 días se cumplió un año de esa polémica y “envenenada” elección (como atinadamente la denominó el semanario que fundó el gran periodista Julio Scherer García)



2º Deseo publicar o “subir” una documentación que me proporcionó el IFE hace poco tiempo. Considero que dicha información es de gran utilidad y/o interés (académico, partidista, político, jurídico y ciudadano). También considero que esa información hubiera representado una enorme ayuda o apoyo (por no decir que sería una de los medios “aclaradores” o “desenmascaradores” de algunas de las irregularidades y/o delitos electorales que SÍ existieron) al momento de realizar el recuento ciudadano… ¿O representará una enorme ayuda? Es decir, ¿puede ser que algún día se lleve a cabo ese recuento (como sucedió en el año 2001 en Estados Unidos)?... No sé, por supuesto que lo anhelo, pero realmente tengo muy pocas esperanzas de que eso suceda.

Otros opinarán que estoy sobrevalorando la importancia de esa información por que, entre otras razones, la misma no se puede verificar y no puede cotejarse o relacionarse con las cantidades de votos o resultados “oficiales” que el IFE publicó en su página (por cierto, de manera “curiosamente” deficiente o poco transparente [ya que la transparencia también exige que la información sea fácilmente entendible o que sea adecuadamente presentada]) Esto último lo afirmo por que si revisan la página de ese organismo –en el apartado de resultados electorales- los resultados de las elecciones celebradas el año pasado no se presentan por casilla de la misma forma en que se presentaron en los años 2000 y 2003 (por citar otros años electorales). Aquí un ejemplo:

http://www.ife.org.mx/documentos/Estadisticas2006/presidente/txts/presidente_pue.txt [Resultados de la elección presidencial del año 2006. Puebla]

http://www.ife.org.mx/documentos/RESELEC/estadisticas2003/diputados_mr/casillas/21-12.html [Resultados de la elección de diputados federales del año 2003. Distrito 12 de Puebla]

http://www.ife.org.mx/documentos/RESELEC/esta2000/comp_test/reportes/distritales/21/presidente/12.html [Resultados de la elección presidencial del año 2000. Distrito 12 de Puebla]

Otros opinarán que la sobrevaloración radica en que, aún cuando se llevara a cabo el recuento, tampoco se podría realizar un satisfactorio cotejo por que ya en algunos consejos distritales se han destruido boletas “incómodas” o se han “arreglado” los paquetes electorales (esto no me consta. Sólo concedo el beneficio de la duda. ¿Por qué? Por que nosotros descubrimos -el día del computo distrital (5 de julio)- que la bodega del consejo distrital en donde trabajé abría con cualquier llave y sin muchos problemas…sí, así es, con CUALQUIER llave…)

Y otros opinarán que el problema se encuentra en el hecho de que cada boleta electoral tiene el folio (y otros datos de identificación) en un costado o tira punteada que se va quedando en cada “block” conforme se va entregando el resto de la misma a cada elector que se presenta; y que, por lo tanto, a las boletas que sí se utilizan (los votos) ya no se les puede identificar a través de su número de folio.
Cierto, y esa es una reforma electoral más que se necesita realizar (aunque tal vez ésta no se considere tan urgente o trascendental): imprimir en una o dos partes más (una podría ser en “marca de agua”) de cada boleta electoral el folio de la misma…
¿Que no es necesario ello porque las tiras de las boletas entregadas o utilizadas también se quedan en manos de los funcionarios de casilla, formando “palitos” o “tronquitos” de folios? Pues eso no es del todo cierto, por que muchos presidentes de casilla (por lo menos en mi distrito) arrojaron a la basura o no devolvieron, o se quedaron, esos “palitos” o “tronquitos”.

Mientras son peras o son manzanas, aquí les dejo esa información (es un archivo de gran tamaño, por eso lo dividí):

http://www.keepmyfile.com/download/76ca5c1734562 (Folios de las boletas. Elección presidencial. Parte I)

http://www.keepmyfile.com/download/fc21001734564 (Folios de las boletas. Elección presidencial. Parte II)

http://www.keepmyfile.com/download/2350ba1734593 (Folios de las boletas. Elección presidencial. Parte III)

http://www.keepmyfile.com/download/74254b1734619 (Folios de las boletas. Elección presidencial. Parte IV)

http://www.keepmyfile.com/download/31c38d1734664 (Folios de las boletas electorales entregadas a cada uno de los presidentes de casilla. Parte de una nota textual del IFE: “(…) y en algunos casos en lugar de los folios de las boletas se capturó el número de las que se entregó al respectivo presidente de mesa directiva de casilla”)

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Este tema también me hace recordar, reflexionar o concluir otras cuestiones relacionadas con el mismo. Por ejemplo, ¿Por qué si la Comisión de Transparencia del IFE, en cierto momento, consideró que las boletas no eran documentos públicos, las mismas fueron elaboradas con varias medidas de seguridad y custodiadas hasta por elementos del ejército? Si son “simples papeles”, como que recibieron mucha atención y protección ¿no creen? ¿Que no precisamente un documento público –como un formato de acta del registro civil, un dictamen de uso de suelo, un título profesional, etc.- contiene varios “candados” o medidas de seguridad? ¿Que todo lo que implica la organización y celebración de una elección de los poderes de la Unión no es una función del Estado –y por tanto pública-; y no privada o particular? ¿Que no un documento público es, entre otras cosas, aquél documento generado, “manejado”, utilizado o avalado por una autoridad –en este caso electoral- con motivo de sus funciones o atribuciones principales? (el IFE encargó la elaboración de las boletas a Talleres Gráficos de México; esos DOCUMENTOS PÚBLICOS fueron transportados a y custodiados en las 300 oficinas distritales que tiene ese organismo y; las mismas fueron lacradas o estampadas con sellos oficiales del IFE [por ejemplo, yo sellé o ayudé a sellar dos o tres “blocks” de boletas])
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¿Que resulta muy caro para el instituto seguir teniendo a los soldados en los 300 consejos o juntas distritales electorales? Mmmm… Nuevamente, ¿La democracia ni siquiera se merece un “esfuerzo” o una erogación “tan grande” de esa clase? ¿Por qué los consejeros y/u otros mandos superiores y medios del instituto, no eliminan, o reducen, algunas de sus “maravillosas” prestaciones (que no el sueldo), para poder costear ese gasto (hasta mediados del 2008, por decir algo)? Además, en cada consejo hay un aproximado de 12 soldados a los cuales las zonas militares cercanas les lleva el desayuno, la comida y la cena (por cierto, cenan muy temprano; a veces, a las siete de la noche la cena ya había llegado). Tampoco creo mucho que los recibos de energía eléctrica -que pagan esas juntas distritales- hayan aumentado bastante debido a la estancia de los militares. ¿Por qué? Por que los mismos se duermen temprano, como a las nueve de la noche (dejan sólo de dos a tres “vigías”) y durante el día no utilizan aparatos eléctricos que consuman mucha “luz” (ven la tele, usan el play station, duermen, juegan cartas, van a la tienda o simplemente están parados por mucho tiempo). Pienso que la situación es similar en el caso de los recibos del agua.

Aunado a todo lo anterior, algunos soldados con los que platicaba me comentaron que, no obstante que sus días podían ser o eran muy tediosos, preferían estar allí, en “una oficina”, que ser mandados a la sierra o al “campo” (para combatir a la guerrilla, para destruir sembradíos de droga o para atender a la población en caso de un desastre natural) o a estar “peor de encerrados” en sus cuarteles.
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Si hubiera sabido que las boletas electorales se iban hasta a convertir en asunto de “seguridad nacional” o en “artículos casi, casi de colección de arte” (es que parece que si un ciudadano “osa” verlas, tocarlas o contarlas se van a desintegrar. También parece que la consigna respecto a ellas es “no ver, no tocar” o “expedientes ultra-secretos”); les hubiera tomado varias fotos o me hubiera fotografiado junta a ellas. Lo bueno que yo sí las vi, las palpé y las conté (en menos ocasiones despúes del 2 de julio)…ahh! y las cargué o “sopesé” su importancia. ¿Cómo? Pues cargando, subiendo, acomodando y volviendo a guardar –tanto el día de la jornada electoral como el día del cómputo distrital- un 80 o un 85% de las 435 cajas paquetes electorales o casillas (las cuales en su interior también llevaban otros documentos y materiales electorales) que se instalaron en el distrito en el que estuve (“obreros de la democracia”, nos llamo un funcionario del instituto… mmm…si no tomamos en cuenta otras cosas, me sigue gustando la denominación)
Algunos de los “vocales” o de los mandos medios de la junta distrital en donde estuve todavía se atrevieron a mencionar o declarar que ellos laboraron a la misma intensidad que nosotros; es decir “que estuvieron hombro con hombro” y que, por lo tanto, su cansancio estaba justificado y nuestro “dolor” era compartido… ¡Que solidarios!
Primero, no es cierto que hayan realizado el mismo esfuerzo. Segundo, ellos durmieron algunas horas durante el período de trabajo que abarcó de las siete de la mañana del 2 de julio a las nueve de la mañana del 3 de julio (otras personas y yo no lo hicimos). Tercero,¿en verdad es lo mismo trabajar de esa manera y recibir a cambio 39 mil, 34 mil y 24 mil pesos mensuales (en el caso de un vocal ejecutivo o presidente, de un vocal secretario y de un vocal de organización electoral; respectivamente); a trabajar así y recibir a cambio 3 mil pesos mensuales (como fue mi caso)?...No creo.

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¿Y el título de la “entrada”? Ahh! Sí, sí. Utilicé el mismo, entre otras razones, porque considero que la frase de AMLO que tanto asustó a muchos “amantes de la legalidad y del estado de de derecho”, la frase que varios llegaron a calificar casi casi como un preludio de una inminente revolución armada, de un levantamiento armado o de un “demoníaco” quiebre institucional (¿¡!?), no es totalmente condenable, estúpida, impráctica o resultado de una bravata. Es decir, la parte rescatable de la misma [y conste que no digo “y lo que en verdad quiso decir Obrador”]) es darse cuenta, recordar o arraigar enormemente en nuestra conciencia que las instituciones NO LES PERTENECEN, NO SON de las personas que las integran. En otras palabras, no son suyas, no son “sus” instituciones, no forman parte de su patrimonio. Mucho menos deben ser suyas si hablamos de los distintos miembros de la malandrinocracia que se hallan “incrustados” en diferentes instituciones del Estado mexicano.

Es tiempo ya de terminar con la visión patrimonialista del poder que muchas “autoridades tienen; es tiempo de acabar con la concepción a la Luis XIV del poder (“El Estado soy yo… y, por lo tanto el gobierno, la gente, sus posesiones, el erario, etc. me pertenecen) que muchos miembros de la “clase política” mexicana poseen; es tiempo de ponerle un alto a la soberbia de los malandrinócratas, así como a la individualización o personificación -perversa y excesiva- de las instituciones que éstos emprenden con frecuencia.

Por ejemplo, no se debe permitir que los palacios de gobierno sean alquilados para fiestas de quince años o bodas de amigos del gobernante en turno; no se debe permitir que canales de televisión o estaciones de radio (que se presumen o constituyeron con la intención de que fueran medios públicos) sean, en verdad, medios de comunicación gubernamentales o, de plano, viles “agencias de publicidad”, “gacetillas”, paleros o “reproductores 24 horas” de comerciales o propagandas favorables a las “autoridades” en turno (como es el lamentable caso de Mierdín y SICOM ó Canal 26, medio que lo único que actualmente tiene de público es su servilismo impúdico al “gober horroroso”); no se debe permitir que “políticos” de siempre (que se ostentaban como “diferentes”) se adueñen de un partido o proyecto político-social con la intención de ofertarlo al “mejor postor” (sin importar que para ello se lleven entre las patas la credibilidad de ese instituto y los esfuerzos, logros y aspiraciones de muchos de los que lo formaron); etc.

Cuando valga la pena rescatar, “levantar”, “purificar”, modificar o conservar una institución; pues, simplemente, hay que hacerlo o intentarlo hacer. Obviamente, cuando una institución y/o la mayoría de los que la integran sean realmente dañinos o peligrosos para la sociedad o sean hipócritas (o la institución sea ya obsoleta, ineficiente); pues se tendrá que buscar la supresión de dicha institución y la destitución y/o castigo de los miembros,”promotores” y beneficiarios de la misma. En pocas palabras, tampoco tenemos que “beatificar” o “canonizar” a las instituciones.
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“Ni tanto que le quemes incienso a las instituciones ni tanto que mejor alumbres al caudillo”



"Sus" Pinos... que en verdad son NUESTROS



"Mis"[:)] Pinos

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