LA IZQUIERDA DEL SIGLO XXI

LA IZQUIERDA DEL SIGLO XXI

19 feb 2013

CORREA GANA EN ECUADOR

Y la Patria Grande, Latinoamérica, puede celebrar otro triunfo, puede estar relativamente tranquila respecto a uno más de sus integrantes, en este caso, Ecuador. Rafael Vicente Correa Delgado fue reelecto el domingo con el 61% de los votos; gobernará 4 años más, del 2013 al 2017; es uno de los actuales presidentes sudamericanos que, junto con Evo Morales, Hugo Chávez y José Múgica, en verdad han querido o logrado llevar a cabo programas y políticas públicas que benefician a las mayorías de sus países, que no sirven para que se enriquezcan sólo unos cuantos y que terminan o disminuyen la sumisión a los grandes banqueros y empresarios, nacionales o extranjeros, así como a Estados Unidos. Correa forma parte de esos mandatarios populares que efectivamente son ello, mandatarios populares; es decir, no usurpadores, no ladrones de cargos, no defraudadores de la voluntad de las mayorías, no peleles o títeres de millonarios, empresas o gobiernos de otros países; forma parte de esos presidentes que, sin ser perfectos (ya que no existe ser humano así), han querido que las mayorías olvidadas, despreciadas, abusadas por tanto tiempo reciban por fin justicia y atención, que despierten y se vuelvan conscientes, activas en participación y demandantes ejecutoras de sus derechos, de lo que les pertenece. Es un grupo de mandatarios que han dado, de distintas formas, gran importancia o realce a la soberanía nacional, a la independencia y dignidad como pueblos naciones, a querer, proteger y aprovechar todos los recursos naturales y áreas estratégicas que se posean. Y creo que no es necesario decir más para que ubiquen aquí en México al personaje o personajes de similares características. Por cierto, como dato curioso, el principal competidor de Correa fue Álvaro Novoa, empresario, hombre más rico de Ecuador, lo candidateó el PRIAN, ahí nomás.

México, mucho más temprano que tarde, y no sólo como deseo, sino como reto, exigencia, mandato, debe colocarse al nivel de los países sudamericanos; liberarse de sus distintas cadenas (televisoras, empresas, iglesias, mafias gobernantes) como lo hicieron ellos. México debe dejar de sólo presenciar por televisión los festejos populares masivos en esos países, las alegrías auténticas de los mismos, y sumarse a esas fiestas de verdadera democracia y dignidad soberana; tomar las calles primero por indignación y rebeldía monumental, luego por verbena popular. Así sea.

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