EXPLOSIÓN EN PEMEX

El incidente ocurrido el jueves pasado en la torre B2 de PEMEX es otro claro ejemplo de cómo a la pandilla política y económica de nuestro país ya les urge explotar -en cualquier forma- el petróleo nacional, sin importar cuántas vidas se lleven entre los barriles. 36 muertos, más de 100 heridos, aproximadamente 30 personas atrapadas en el sótano es el resultado de esa acción que apunta solo a 2 opciones: un autoatentado del gobierno federal, para crear miedo, terror y que los mexicanos se unan hacia su alrededor, es decir, para adquirir una legitimidad de la cual carece. O segunda opción, un accidente que era evitable pero que criminalmente no se impidió y hasta se agrandó para empezar a devaluar en términos económicos y de imagen a PEMEX, para comenzar a introducir en la población en general la idea de una (supuesta) alta necesidad de vender a Petróleos Mexicanos, de privatizarlo, de prácticamente regalárselo a empresarios nacionales y extranjeros.

Cualquiera de las 2 opciones es perversa y nos indican que esa pandilla ahora sí va con todo por la privatización. El último intento de esto tuvo lugar en el 2008. Los que se oponen a dicha privatización no son patrioteros sin fundamentos o sin razones ya que el petróleo representa casi la mitad de todo el presupuesto federal de cada año y el motivo por el cual, a pesar de tanta corrupción, sigue habiendo recursos para hospitales, escuelas, carreteras y otros programas o conceptos o necesidades. Darle el petróleo a los particulares sería el tiro de gracia para México, sería vivir como esclavos en nuestro propio país que ya no sería tan nuestro. El petróleo es oro negro, negro sería nuestro destino sin él, no se debe permitir que la indiferencia y manipulación mexicanas tengan su más letal estallido.