LA IZQUIERDA DEL SIGLO XXI

LA IZQUIERDA DEL SIGLO XXI

11 oct 2007

11 DE SEPTIEMBRE, FECHA DOLOROSA PARA LOS AMERICANOS VI
 
En este caso, para los del norte. Más específicamente, para los estadounidenses.
 
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Leamos un poco (y recordemos) sobre como se fueron dando los hechos que desembocaron en el ataque terrorista más conocido y "cubierto" (por los medios de comunicación) de la historia; que desembocaron en uno de los ataques terroristas más arteros de la historia (¿qué no todos los ataques o atentados terroristas lo son?). Olvidemos o, mejor dicho, dejemos a un lado, por unos momentos, las imágenes que se han repetido hasta el cansancio. Imágenes impactantes y con gran valor histórico y noticioso, sí, pero que también muchos -por desgracia- han utilizado o transmitido una y otra vez sólo para asustar más a la población, para manipularla más o para satisfacer más el morbo de algunos individuos. 
 
BOSTON, AEROPUERTO LOGAN. 6:50 AM. El vuelo de Mohamed Atta y Abdulaziz Alomari que venía desde Pórtland, Maine, aterrizó a tiempo, a pesar de su retraso en la partida.
El avión se desplazó ante las puertas de la Terminal B, por la que comenzaron a descender sus pasajeros. "Gracias por volar con US Airways".
 
Las personas sacaban sus maletas del compartimento superior para equipajes. Atta y Alomari hacían lo mismo, apurados, no tenían tiempo que perder. La puerta para abordar el vuelo con el que debían conectar estaba al fondo de la Terminal (…)
 
Ambos se apresuraron… En sus bolsillos llevaban los boletos de clase de negocios para el vuelo 11 de American Airlines, adquiridos vía Internet el 28 de agosto y cobrados a la cuenta de crédito viajero frecuente de Atta, número 6H26L04, que había sido abierta tres días antes.
 
Se suponía que el vuelo debía partir a las 7:45 AM, con llegada a Los Angeles programada para las 10:59 AM. Tiempo de vuelo estimado: 3 horas 14 minutos, si no se presentaban circunstancias imprevistas. El teléfono celular de Atta sonó. Lo llamaban desde la Terminal C, el área de salida de United Airlines. Los conspiradores hicieron sus arreglos finales.
 
Eran las 7:25 cuando Atta y Alomari alcanzaron la puerta 26. Varios testigos creen haberlos visto corriendo. Pero resultó que no llegaron tarde, como pensaron. Los pasajeros ni siquiera comenzaban a abordar. Se les había llamado 10 minutos antes de la partida. Pero la segunda maleta de Atta, que fue revisada en Pórtland, se quedó rezagada. No pudieron descargarla lo suficientemente rápido desde el Beech 1900 para pasarla al Boeing 767, así que el testamento de Atta se mantendría rondando en las bandas de equipaje del aeropuerto  Logan, junto con la cartilla para los atacantes suicidas, documentos que después de los atentados revelarían bastante sobre las ideas de los perpetradores.
 
En la puerta, Atta y Alomari se encontraron con el segundo chequeo de seguridad del día. Los detectores de metales no sonaron. Las imágenes de sus maletas vistas a través de los rayos X no mostraron nada preocupante a los vigilantes. Ni siquiera los cuchillos con hojas de casi 4 pulgadas fueron considerados peligrosos por las entonces válidas regulaciones de seguridad, y fueron permitidos. Atta y Alomari pasaron. "Que tengan un buen vuelo".
 
En la puerta 26 tuvieron que esperar tres minutos. Los sobrecargos, vestidos con el uniforme azul y rojo de American Airlines, clasificaron los papeles y chocaron las listas de la computadora (…) en el asiento 8D el nombre de Atta; cerca de él, en el 8G, el nombre de Abdulaziz Alomari; en el 2A estaba Wail Alshehri; en el 2B Waleed Alshehri; en el 10B Satam al-Suqami. Los conspiradores debían haberse visto en la puerta. El equipo estaba completo. Lo habían logrado.
 
Los pasajeros comenzaron a pasar y Atta siguió a los otros en la fila por las rampas de abordaje y también dentro del avión. Él era el jefe. El 9 de septiembre Jarrah lo había llamado "jefe Atta" en un mensaje que dejó en su teléfono.
 
El Boeing despegó con un leve retraso de catorce minutos, hasta las 7:59. Mientras se dirigía a la pista 4R/22L Atta marcó, por última vez, al número del celular de Al-Shehhi, quien comandaba a los secuestradores del vuelo 175 de United Airlines, abordado por la Terminal C del mismo aeropuerto. Estuvieron  hablando durante un minuto o dos, quizá tres. Lo suficiente para decir algunas cosas: "¿Todo bien? ¡Lo logramos! Estamos a borde. Alá es grande. El paraíso espera".
 
Atta y Al-Shehhi se conocían desde mucho tiempo atrás. Se despidieron cara a cara el 10de septiembre y, un día antes, lo pasaron juntos en Boston, donde dieron  los toques finales al plan. Esa tarde llamaron al centro  de la Wester Union en Boston, dieron el número apropiado de la clave de teléfono para transferir 15 mil dólares, presumiblemente a un receptor en los Emiratos Árabes Unidos. El día 8 Atta le había enviado  5 400 dólares a Mustafa Ahmed Alhawsawi –también en los Emiratos-, cómplice financiero de Osama Bin Landen.
 
En ese instante de la mañana del martes 11, Atta y Al-Shehhi casi podían verse uno al otro en sus respectivos aviones. Al-Shehhi y su equipo también  se habían sentado en sus lugares. Justo antes de las 8:00 sus aviones rodaron a lo largo de la pista del aeropuerto Logan y hacia la pista de despegue, detrás del vuelo 11 de American Airlines. El vuelo 175 de United Airlines despegaría después de ese otro vuelo, a las 8:14.
 
El vuelo 11 de American Airlines, donde iba Atta, alcanzó el final de la pista y se detuvo a esperara que la torre de control le diera la salida.
 
En la cabina, los pilotos metieron todo el vapor en las turbinas General Electric, y el avión comenzó su carrera por la pista hacia el noroeste a una velocidad de 180 millas por hora, despegando exactamente a las 7:59.
 
WORLD TRADE CENTER. TORRE NORTE. 8:00 AM. El limpiador de  ventanas Jan Demczur tenía, como siempre, su plan. Esta vez en el piso 77. Él comenzaba a limpiar la puerta de Martin Progressive LCC. Había iniciado su trabajo a las 6:10 AM, en el piso 48  en Dai-Ichi-Kangyo, el banco japonés.
 
Los martes, en las labores de limpieza de los pisos ocupados por Martin Progressive estaban incluidas 12 puertas y tres grandes paneles de ventanas. El trabajo le tomó a Jan Demczur una hora. Poco después de las 7:00 tomaría el elevador hasta Carr Futures, en el piso 92. Como todos los días, tenía que lavar la gran puerta de cristal de la entrada; esto le tomaba como 15 minutos. Luego  subiría hasta el piso 93, donde limpiaba la puerta de entrada y una pared de cristal en Fred Alger Management, una firma de corredores de bolsa. A las 8:30, había terminado  con la puerta de la compañía Martin Progressive. Tomó un elevador en el piso 78 (…)
 
NASHUA, NEW HAMSHIRE. 8:13 AM. En el centro de Control Aéreo de Boston, ubicado en un edificio sin ventanas, a casi 35 millas del noroeste de la ciudad, estaban imprimiendo la primera "hoja de vuelo en progreso" para el vuelo 11 de American Airlines.
 
El controlador del tráfico aéreo registró el despegue del Boeing de Boston en hora Zulu –coordenadas de tiempo utilizadas universalmente- y revisó la información del vuelo en su monitor Sony de 27 pulgadas de alta resolución. Esa mañana el controlador estaba monitoreando un total de 14 vuelos de larga distancia que atravesaban el espacio estadounidense.
 
A las 8:15, comenzó a notar que algo no andaba muy bien. El vuelo 11 de American Airlines estaba virando ligeramente al norte sobre Worcester, Massachussets, cuando de hecho debía hacerlo al sur.
 
A las 8:20 la cabina del piloto ignoró la petición del controlador de que subiera a una altitud de crucero de 31 mil pies. A las 8:21, el despachador a cargo del vuelo comenzó a repetir el siguiente mensaje por radio: "American 11, éste es el centro de Boston, ¿Me copia?". Esperó un segundo para recibir el código de emergencia de cuatro dígitos que los pilotos transmiten en caso de secuestro. Pero no se oyó nada.
 
A las 8:22, el radiofaro de respuesta del Boeing, un servicio de rastreo para los aviones, dejó de emitir señales, parecía que estaba muerto. La altitud de vuelo ya no pudo ser determinada. Con sólo la imagen del radar del avión en sus pantallas, los controladores de tráfico aéreo en Nashua no pudieron hacer otra cosa más que mirar, con creciente alarma, que el vuelo seguía en la ruta equivocada.
 
A las 8:23, el vuelo 11 de American Airlines, dirigiéndose al noroeste, cruzó las laderas sur de las Montañas Verdes, que se encuentran en Massachussets, Vermont, y la intersección de Nueva Cork; entonces saliéndose de su ruta, viró hacia el triángulo Albania-Schenectady-Troy y cruzó el lado norte de la ciudad de Ámsterdam, al sur del Gran Lago Sacadanga, "American 11. ¿usted me copia? Es el Centro de Boston. ¿Me copia?".
 
FORTH WORTH, TEXAS. 8:27 AM. En el centro de Control de Sistemas de American Airlines, Craig Marquis, que estaba de guardia esa mañana, oyó la llamada de emergencia de Betty Ong, supervisora en el Servicio de Asistencia de Reservaciones de Vuelo. Pedía que se le comunicara con el centro de operaciones. Llorando y hablando entrecortadamente para tomar aire, informó que dos sobrecargos habían sido apuñaladas y a otro se le estaba dando oxígeno. Habían degollado a uno de los pasajeros, creía que el hombre estaba muerto. Los secuestradores se habían abierto paso por la fuerza hasta la cabina, dijo.
 
Marquis había trabajado para el Centro de Control de Tráfico Aéreo de American Airlines durante 22 años. Tenía experiencia en todo tipo de emergencias. Había tenido que tomar en un segundo decisiones que podían costarle a American Airlines millones de dólares: cancelación de vuelos a causa de las tormentas. O determinar si una amenaza era falsa o real.
 
Tomó la lista de tripulación del vuelo 11 de American y vio que Betty Ong estaba, efectivamente, en el avión. Ella hizo la llamada de uno de los teléfonos traseros y había sido conectada directamente a Reservaciones cuando presionó el número 8.
 
Marquis pidió que le trajeran el expediente personal de Betty Ong y le preguntó su número y su apodo de empleada. Ella se lo dijo. La llamada no era una falsa alarma.
 
Los cuatro secuestradores, le dijo Ong, estaban sentados en los asientos de primera clase 2A, 2B, 9A y 9B. El pasajero  herido estaba en el asiento 10B. Los agresores atacaron a los pasajeros y a la tripulación con un spray. Nuez moscada o spray pimienta, sospecha ahora el FBI. Ella dijo que sus ojos estaban ardiendo y que tenía problemas para respirar. "¿Hay algún doctor a bordo?", preguntó Marquis. "No, ninguno", respondió Ong.
Marquis quería saber si el avión estaba descendiendo. "Estamos comenzando a descender", contestó Ong.
 
NASHUA, NEW HAMPSHIRE, CENTRO DE CONTROL DE TRÁFICO AÉREO. 8:28 AM. El avión viró en un ángulo pronunciado hacia el sur, un giro de 21 grados: parecía como si el piloto estuviera buscando el valle de Hudson. En la boca del río yace la ciudad de Nueva Cork. "American 11. ¿Usted me copia?"
 
El centro de Control Aéreo de Nashua es el responsable del espacio aéreo del noreste de Estados Unidos hasta una altitud de 60 mil pies. A las 8:29, se le notificó a la Administración Federal de Aviación que el vuelo 11 de American, con 92 pasajeros, parecía estar bajo el control de unos secuestradores. El centro continuó recibiendo bits  de la transmisión de radio, mensajes confusos y sin sentido, hasta las 8:38. Después se hizo un silencio ominoso.
 
WORLD TRADE CENTER, TORRE NORTE. 8:34 AM. En ese momento, el piso 78 estaba lleno de gente. La hora de la aglomeración había comenzado en el WTC. El limpiador de ventanas Jan Demczur tomó el elevador hacia el piso 44, donde estaba el segundo vestíbulo superior del rascacielos. Aquí la gente que trabaja entre los pisos 44 y 77 cambiaba de elevadores. Demczur puso su cubo con las herramientas frente al descanso del elevador que subía del piso 67 al 74. Desde aquí tomaría otro elevador hasta el piso 74 y su próximo trabajo de limpieza sería en Geiger & Geiger, Hyundai  Securities Corporation.
 
Había un pequeño banco en el vestíbulo cerca del elevador donde siempre se detenía a beber su café y a comer su rosquilla. Demczur tomó la escalera mecánica. Hasta la cafetería en el piso 43.  No estaba muy llena. Pagó su desayuno y regresó al elevador. Había cinco hombres en el ascensor, cerca del cubo, y las puertas estaban a punto de cerrarse. Ellos las detuvieron por un segundo para que Demczur subiera. Las puertas se cerraron. El elevador comenzó a subir.
 
NASHUA, NEW HAPSHIRE, CENTRO DE CONTROL DE TRÁFICO AÉREO. 8:38 AM. El Boeing se movió a través de la pantalla del radar. Un punto silencioso. ¿Quién estaba piloteando el avión? ¿Era el capitán John Ogonowski, un veterano de Vietnam de 52 años y cultivador de calabazas en Massachussets? ¿Había estado tratando de enviar señales al Centro apretando el botón del micrófono sobre el timón  a un ritmo rápido? (…) En cualquier caso a las 8:40, Ogonowski ya no era quien controlaba el avión. El Boeing 767 descendió rápidamente de una altitud de 900 pies y se precipitó rumbo a los rascacielos y a las calles de Manhattan, emitiendo un estruendo.
 
En ese momento, cuando ya era muy tarde para hacer algo, la cadena oficial de llamadas telefónicas terminó. Sin aliento un oficial de las fuerzas aéreas estadunidenses informó a NORAD –el Comando Norte de la Defensa Aérea Estadunidense- sobre el secuestro del vuelo 11 de American.
 
A las 8:41 AM la tripulación del vuelo 175 de United, todavía sin saber que éste, también llevaba cinco terroristas, respondió a una averiguación del Centro de Control de Nashua acerca del vuelo 11 de American Airlines que estaba fuera de control. Dos minutos antes de que su propio avión fuera secuestrado por Marwan al-Shehhi y sus hombres, el capitán Victor Sacacini, un veterano de la Marina de 51 años, informó que sí, que habían sido capaces de interceptar algo del vuelo 11 de American, una transmisión rara poco después de que despegaron, que se oyó como "alguien manipulando el micrófono" y que dijo: "¡Todos permanezcan en su asientos!"
 
Muy pronto, el radiofaro de este Boeing 767 también quedó en silencio. El presumible secuestro del vuelo 175 de United Airlines se informó a las 8:43. En el mismo momento dos interceptores F-15 despegaron de la base de guardia aérea Otis en Falmouth, Cape Cod, un procedimiento  de rutina en casos de catástrofe.
 
VUELO 11 DE AMERICAN AIRLINES. 8:42 AM. Cuando el Boeing secuestrado por el grupo de Atta se precipitó sobre la isla de Manhattan, Madeleine Sweeney, una aeromoza de 35 años, con 12 años de experiencia y que vivía en Acton, Massachussets, llamó a control en tierra desde el avión de American Airlines. Desde un celular o desde uno de los teléfonos del asiento trasero., se comunicó con Michael Woodward, uno de los directores.
 
Sweeney, calmada y sosegadamente, informó de la situación: "Este avión ha sido secuestrado. Dos sobrecargos fueron apuñalados por los terroristas y yacen en el pasillo. Le cortaron el cuello a uno de los pasajeros de la primera clase. Parece que está muerto".
 
WORLD TRADE CENTER, TORRE NORTE, 8:43 AM. Chuck Allen estaba sentado en su escritorio, en el piso 83 cuando miró un momento hacia el Río Hudson. Vio un pequeño punto a la distancia, justo debajo del puente George Washington. Un avión. Lo notó por que nunca había visto  uno en ese lugar. Estaba volando muy bajo. Probablemente se acercaba a Newark. Regresó a su computadora.
Allen había recibido su licencia de piloto unos años atrás. Conocía exactamente cómo sonaba un avión cuando el piloto accionaba la palanca de marcha hacia delante para alcanzar la potencia máxima. (…) Ése era el ruido que Chuck Allen estaba escuchando justo en ese momento detrás de él (…)
 
VUELO 11 DE AMERICAN AIRLINES, 8:44 AM. Antes de que terminara la conversación con la torre de control en tierra, Woodward preguntó a la aeromoza Madeleine Sweeney (…) donde estaba el avión secuestrado y recibió la siguiente respuesta: "Veo agua y edificios…¡Oh, Dios mío", oh, Dios mío!
 
BOSTON, 8:44 AM. Los ejecutivos de American Airlines se reunieron en el Centro de Mando para las Crisis. El vuelo 11 estaba sólo en la pantalla del radar (…) Todos los ojos siguieron el movimiento del pequeño punto en el monitor. El aparato titubeó un poco en su ruta después de hacer un giro sobre Albany, pero luego se  estabilizó otra vez. A las 8:45, el punto del radar detuvo su movimiento repentinamente. Por un segundo, el vuelo 11 parecía haberse detenido sobre Nueva Cork. Luego  desapareció en la pantalla.
 
WORLD TRADE CENTER, TORRE NORTE, PISO 83, 8:45 AM. Chuck Allen escuchó a sus espaldas un ruido aspirado, amortiguado y luego insuperablemente fuerte. Como el ruido de dos trenes a alta velocidad que cruzan cerca uno del otro. Allen oyó la voz de su programador, Liz Porter, que gritó desde la oficina del intercomunicador: "¿Qué diablos es esto?".
 
El vuelo 11 de American Airlines, con 92 personas, se estrelló en la Torre Norte del WTC a una velocidad de 378 millas por hora.
 
Continuará...
 

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