LA IZQUIERDA DEL SIGLO XXI

LA IZQUIERDA DEL SIGLO XXI

14 oct 2007

11 DE SEPTIEMBRE, FECHA DOLOROSA PARA LOS AMERICANOS VII
 
Los escombros caían por afuera de las ventanas. Los papeles flotaban por el aire. El líquido se derramaba por las ventanas (…) Por toda la torre, la gente comenzó a gritar, agarrándose a asientos y escritorios. Los muebles se deslizaban por todas partes. Los lápices y archiveros cayeron al piso. Las llamadas telefónicas finalizaron en medio de una frase. Las pantallas de las computadoras se apagaron.
 
El Boeing 767 se estrelló en la parte norte del edificio, cerca del nivel del piso 96. Los pisos 94 al 99 fueron destruidos inmediatamente. El avión golpeó en ele centro con sus alas completamente horizontales.
 
Con su extensión de 156 pies, el Boeing 767 había cercenado con el impacto alrededor de 35 vigas exteriores. Puesto que estaban tan cerca y firmemente conectadas, las columnas del exterior que permanecieron firmes sostuvieron el peso adicional, evitando así el colapso inmediato.
 
Las columnas se construyeron tan cerca una de la otra por una excentricidad del creador del edificio, Minoru Yamasaki, quien padecía de vértigo. Puesto que no había columnas de apoyo o mutros de carga entre las vigas exteriores y el corazón del edificio, el, avión no encontró casi ninguna resistencia cuando arrasó las oficinas.
 
Después de una centésima de segundo, las partes pesadas del Boeing –los motores, por ejemplo- se detuvieron en el centro, donde destruyeron o dañaron críticamente hasta casi la mitad el apoyo del edificio. Los fragmentos también cortaron los huecos de las escaleras, varios cables de elevadores, y desplazaron una sección completa de escaleras. Para todos  los que estaban encima del punto de impacto en este momento, la torre se había convertido en una trampa mortal.
 
Torre Norte, Piso 83, A través de las ventanas de la oficina de Chuck Allen, el horizonte parecía  inclinado. Podía oír como las paredes crujían y chirriaban. La tensión estaba desarmando los cerrojos, haciendo un ruido que él nunca había escuchado, ni siquiera en la más fuerte de las tormentas. Entonces, la torre regresó. Son casi 300 mil toneladas meciéndose hacia adelante y hacia atrás, cuatro o cinco veces. Luego se quedó quieta, completamente. Ni alarmas de fuego, ni anuncios. Nada.
 
Chuck miró por las ventanas y pensó que debería hacer a continuación. El fuego ardía en los pasillos y vestigios de humo estaban filtrándose a través e las grietas del piso. Allí nunca habían hecho un simulacro en caso de incendio.
 
La muerte llegó en fracciones de segundo para la gente en los pisos inmediatamente afectados por el impacto. Simplemente el fuego los carbonizó. (…)
 
Chuck Allen dejó el piso 83 de la Torre Norte alrededor de las 9:05 AM. Fue el último empleado de Lava Trading en abandonar la oficina. No se le ocurrió mirar  para ver si había alguien más en otras oficinas. No tenía idea de que los empleados de Telecomunicaciones Generales estaban en sus cubículos en el mismo piso, esperando a que los rescataren.
 
Las escaleras en la parte este del edificio estaban llenas de gente. El aire era todavía relativamente respirable. Las cuatro personas de Lava Trading se mantuvieron juntas. Estaban tratando de llamas por sus teléfonos celulares.
 
Las salidas de emergencia en el piso 77 estaban cerradas. El grupo había subido las escaleras nuevamente y regresó corriendo por toda la torre buscando otra escalera. Las que encontraron estaban llenas de humo y del hedor del combustible del avión, el cual provocaba ardor en los ojos. Por primera vez, Allen se dio cuenta de que nadie saldría vivo (…)
 
TORRE NORTE, PISO 106. El restaurante Windows of the World estaba situado  en el piso 106. Era uno de los mejores restaurantes en el…bueno, en el mundo (…) Jan Maciejewski trabajaba en la cocina. Llegó de Polonia. Durante los días, instalaba softwares. De noche, trabajaba en el restaurante. Ese día, sin embargo, había cambiado su turno nocturno por el matutino. Necesita dinero por que quería llevar a su esposa Mary a un crucero.
 
Después de que el avión golpeó la torre, Maciejewski llamó a Mary. No podía bajar; por que las escaleras estaban destruidas. Tenía que esperar el helicóptero. Parecía calmado por teléfono. Le dijo a su esposa que quería regalarle un viaje en un crucero. Ella le dijo que se pusiera una toalla húmeda en la cara. Luego, escucho el miedo en la voz de su esposo. Entonces tuvo que cortar la comunicación, pues su propio edificio estaba siendo evacuado. Ella trabajaba  en el Water Street, a sólo seis cuadras de las torres. "Te amo, Jan". "Yo también te amo. Sal, ahora".
 
Los 79 camareros, cocineros, personal de limpieza, limpiadores de vegetales y mozos de vinos eran de 30 países diferentes.
 
El publicista financiero británico Rick Walters tenía programa una conferencia que comenzaría a las 9:00 AM en el Salón de Banquetes del piso 106. Ochenta y siete participantes ya habían firmado (…)
 
Un hombre fue fotografiado mientras saltaba desde el piso 106. Era Norberto Hernández, jefe de pastelería, padre de tres hijos y abuelo de dos. Sus ojos estaban cerrados y lucía sereno, como si estuviera durmiendo.
 
206 personas murieron en unos minutos. Ninguno de los 79 empleados del restaurante sobrevivió.
 
TORRE NORTE, PISO 67. El vuelo 11 de American Airlines con Mohamed Atta en la cabina golpeó 30 pisos por encima del elevador donde estaba Jan Demczur, destruyendo la mayoría de las ventanas que, siguiendo su plan, acababa de limpiar esa mañana. El impacto mató a 69 empleados de Fred Alger Management en el piso 93, donde Demczur había estado limpiando entre las 7:35 y 7:55, y a los empleados de Carr Future en el piso 92, a quienes acababa de ver una hora y media antes.
 
Los seis hombres en el elevador –el cual tenía capacidad para 12- estuvieron oscilando hacia delante y hacia atrás. El elevador se mecía, se paraba por un segundo, se mecía de nuevo, y entonces comenzaba a deslizarse hacia abajo. Un anciano, Al Smith, que estaba parado cerca de la puerta, gritó: "¡Opriman el botón de pare! ¡Opriman el maldito botón de pare!". Nadie reaccionó, así que lo presionó el mismo. El elevador se detuvo y los otros lo miraron. Él estaba calmado.
 
Eran las 8:48 AM. Todo estaba tranquilo y había un olor a algo que ardía. Jan Demczur presionó el botón de auxilio. El centro de llamadas de emergencia estaba localizado en el nivel inferior tres de la Torre Norte. Esperaron. Una voz masculina, muy serena, les contestó un minuto y medio más tarde. Les dijo que había un problema en el piso 91, una explosión o algo así. Luego ser quedó en silencio. (…)
 
Dos minutos más tarde el humo comenzó a entrar por la cabina (…) El elevador comenzó a calentarse.
"Tenemos que salir de aquí", gritó Phoenix.
 
Un hombre regordete que vestía un bello traje, sacó su teléfono celular del bolsillo de la chaqueta, pero no pudo marcarle a nadie. Phoenix también trató con el suyo. Jan Demczur no tenía teléfono, y no hubiera sabido a quién llamar, de cualquier forma. Trató de abrir las puertas del elevador. El hombre regordete del traje lo ayudó. Su nombre era John Paczkowski y era el director suplente del Puerto de Autoridad. Un trabajo importante.
 
Paczkowski jalo hacia la izquierda y Demczur a la derecha. Lograron abrir las puertas. Se quedaron mirando  una pared gris. Otro hombre dentro del elevador, Colin Richardson, se quejó calmadamente. Las puertas se cerraron de nuevo. Paczkowski y Demczur jalaron y las abrieron otra vez, y las atascaron con la escobilla de mano de Demczur.  Una vez más, estaban frente a una pared. Estaban atorados en algún lugar entre los pisos  44 y 74. No había descenso de elevadores aquí, sólo el largo hueco del elevador y la pared lisa.
 
Demczur golpeó con su mano la superficie gris. Parecía una pared frágil, no cementada, pero no cedía. Phoenix también trató. Nada pasó. El humo se puso peor. Phoenix mojó una de las servilletas de la cafetería dentro de su leche y se la puso en su rostro. Al Smith, Colin Richardson y el sexto hombre, Shivam Iver, hicieron lo mismo.
 
"¿Alguien tiene un cuchillo?", preguntó Demczur. Buscaron en sus bolsillos, pero sólo encontraron bolígrafos. Demczur había sacado otra escobilla de su cubo. Le quitó la goma y arrancó el mango. Ahora tenían dos herramientas. Demczur comenzó a despedazar la pared con la parte afilada de la escobilla, la cual tenía alrededor de cinco pulgadas de largo, y le dio la parte triangular, más corta a John Paczkowski. Casi ocho minutos habían pasado desde el impacto  cuando  comenzaron a escarbar la pared (…)
 
Alrededor de las 9:20 ya llevaban un hueco de cuatro pulgadas y el aire mejoró  un poco.
Phoenix se agarró de los pasamanos en el fondo del elevador, con su espalada en la pared, y pateó como un caballo contra el muro de ladrillos. La pared crujió. Demczur y el corpulento Paczkowski, quien antes estuvo en la Marina, se le unieron. Los bordes comenzaron a ceder y el hueco pronto creció. A unas seis pulgadas detrás de la primera pared había una segunda. Por fortuna era mucho más delgada y Phoenix pudo derribarla a patadas en el primer intento. (…)
 
Se dieron cuenta de que había un cuarto del otro lado de la pared. Alrededor de las 9:30, el hueco era lo suficientemente grande para que Al Smith, el más pequeño del grupo, se deslizara apretadamente por él.
 
Al salió al baño de los hombres, en el piso 50. Cayó sobre el suelo embaldosado. El aire era bueno y ligero. Gritó dentro del hueco que iría a buscar ayuda. "Regresaré", mientras corría sobre las baldosas
 
Cuando pasaba frente al descanso del elevador, una de sus puertas se abrió. Se suponía que no debía entrar al ascensor abierto, pero lo hizo, y luego tomó el elevador al vestíbulo superior, en el piso 44. Estaba en el mismo lugar que habían dejado 40 minutos atrás. Su plan funcionó. Cuando las puertas se abrieron, se encontró en un mundo diferente, un mundo catastrófico de policías y bomberos corriendo de un lado al otro. Al Smith detuvo a uno de los hombres y le explicó su problema.
Regresaron al elevador y subieron hasta el piso 50. Para entonces ya eran las 9:35. Cuando llegaron al baño de los hombres, el último del grupo, John Paczkowski, estaba justo saliendo del hoyo. Todos se abrazaron severamente.
 
Cuando Demczur y los otros descendieron hasta el piso 4, una mujer policía les ordenó regresar. "Las escaleras terminan aquí", gritó.
Lentamente la gente empezó a regresar.
Cuando llegaron al piso 6, la policía gritó de nuevo: "Mierda. Intentémoslo", y volvió a bajar corriendo.  Demczur la siguió. Todos se tomaron de la mano y caminaron a través del pasillo. Entraron en otra escalera bloqueada hasta la mitad por los escombros. Treparon y llegaron a un enorme hueco lleno de acero retorcido. Entonces Demczur reconoció el reloj chocador, por el cual había deslizado su tarjeta de identidad esa mañana temprano. El reloj estaba desprendido y parecía que nunca volvería a trabajar. Sólo en ese momento comprendió que su gran plan estaba en grave peligro.
 
Hasta ahora toda su vida estaba bien planificada: los días, los meses y los años estaban todos divididos en superficies de ventanas que él limpiaría. Este había sido su plan.
 
Ahora estaba en tierra. Salió del edificio hacia el este. Eran las 10:20 AM. Se sentó cerca de una ambulancia en la parte oeste de la calle. Alguien le dio oxígeno. Brevemente pensó en Rako Cami, el hombre que operaba la máquina limpiadora de ventanas en la azotea.
Entonces vio caer algunas partes de la Torre Norte. Se quitó la máscara de oxígeno y se escabulló sin que ningún rescatista lo notara. Ya no había más plan. (TRADUCCIÓN: MIDIALA ROSALES ROSA)
 
*Este texto (y el anterior que versa sobre el mismo tema) forman parte de la versión en inglés del primer capítulo (El ataque a la Torre Norte del World Trade Center)  del libro denominado Inside 9-11 (en Estados Unidos). Este libro fue publicado en Alemania bajo el nombre de 11.September Geschichte eines Terrorangriffs. La editorial Galaxia Gutemberg-Circulo de Lectores, con sede en Madrid, lo publicó en español en el mes de septiembre del año 2002.
Toda la información anterior (y los textos, que en verdad pertenecen a un solo artículo titulado "250 minutos de terror"), fueron publicados en las páginas 10-21 de la edición especial número 10 (septiembre de 2002) de la revista Proceso.  

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