LA IZQUIERDA DEL SIGLO XXI

LA IZQUIERDA DEL SIGLO XXI

14 oct 2007

HACE 22 AÑOS



En esta fecha se cimbró, se tambaleó la tierra de la Ciudad de México y de otras urbes cercanas (aunque, como bien sabemos, el Distrito Federal fue la zona más afectada, en la que hubo muchos daños físicos y muchas pérdidas –en más de un sentido- de vidas humanas). Pero ese 19 de septiembre de 1985 no sólo será recordado (conmemorado) por ese sismo (aunque el mismo tendrá, indudablemente, un lugar preponderante en la memoria del mexicano), sino también por otro (el cual sí puede dar motivo o pie a la acción de “celebrar”) que “tongoneo” con fuerza y eficacia al sistema político (hegemónico, autoritario, cerrado, corrupto, compacto) mexicano. Así es, el sismo del 85 no sólo provocó una destrucción dolorosa, sino que también le produjo o causó un gran boquete, una gran fisura al andamiaje institucional o sistema que formó el PRI-Gobierno (esos siameses septuagenarios, supuestamente revolucionarios, insaciables).

Lo anterior se afirma ya que, a raíz de ese evento (que según muchos fue el “detonante” del surgimiento de la llamada sociedad civil) la gran mayoría del pueblo o de la ciudadanía se dio cuenta, entre otras cosas, de que la solidaridad (real, comprometida, más allá de sectarismos, de partidismos, de clientelismos, de “intercambios políticos”, de esperar algo a cambio) s una virtud que trae consigo satisfacciones y que provoca buenos resultados o que contribuye a que se realicen o consoliden cambios para bien. También se dio cuenta que no es sano, no es digno, no es coherente, no es benéfico y/o no es útil (para esos “utilitaristas” que quieren medir todo en costos-beneficios) estar esperando todo del gobierno (menos si se trata de esos gobiernos que por desgracia hemos padecido); que no es sano, no es digno, no es coherente atacar cotidianamente (o más bien, SUPUESTAMENTE atacar y odiar) a un gobierno o a un sistema, pero a la primera oportunidad hincarse sumisamente ante él, en espera de una ayuda o beneficio mísero y particular (unos cuantos “curitas”) o como agradecimiento por la “gran generosidad” del mismo (cuando en verdad esos actos “maganánimos” no son otra cosa que simulaciones o el cumplimiento forzoso de las OBLIGACIONES que tiene un Estado y/o los gobernantes). Es decir, se dio cuenta que no era tan cierta esa idea propagada durante mucho tiempo (desde tiempos de Porfirio Díaz; “pulida” por el “Porfiriato colectivo” alias el PRI), consistente en que el pueblo mexicano necesita o siempre necesitará a “su” gobierno, a un líder, a un guía infalible y superior (ya sea encarnado por un dictador o por una dictadura, o por una “dictablanda”) para realizar todas sus actividades, ya que los mexicanos por sí solos (o unidos, formando los sectores contrarios al público o a la sociedad civil) no son capaces de dirigir sus destinos a buen puerto.¿Por qué? Por que son casi, casi una “civilización” inferior. Por lo tanto, su desarrollo, su bienestar, su auxilio (en el caso de desastres naturales como sería el temblor en comento), su todo debe ser “otorgado” o “confiado” a “Papá Gobierno (sea éste “monocéfalo” o “multicéfalo”) “, sin importar la manera que éste “cobre” su “adecuada conducción” o sus “cuasidivinos” servicios (el famoso “Ogro Filantrópico).
Así mismo, se dio cuenta que ese sistema, que ese partido que lo constituyó, no eran invencibles, eternos o superiores a ella. Se dio cuenta que una auténtica DEMOCRACIA o que una sociedad integrada por AUTÉNTICOS CIUDADANOS DEMÓCRATAS es mucho más pensante, eficaz, justa que una “burocracia” ó que una “clase política-gubernamental”. Se dio cuenta que vivir fuera del presupuesto no es un error (es más, en muchas ocasiones, es un honor); de que “el sistema” no es realmente omnipotente (o que su omnipotencia sea perfecta) y no tiene por que ser siempre de una sola forma; de que “el sistema” no tiene por que “pertenecerle” a un puñado de individuos (que consideran a dicho sistema su propiedad y , por tanto, quieren ser los únicos que determinen las reglas del mismo); de que “el sistema” puede derrumbarse, acabarse de derrumbar o empezar a hacerlo, sin la necesidad de balas (no por nada dicen que la naturaleza es sabia; a veces los desastres o fenómenos producto de ella le “echan una mano” a las revoluciones, a los levantamientos o a las transiciones democráticas).



Este sismo –junto con el Huracán Gilberto”- precedieron (o sucedieron casi al mismo tiempo) al temblor (llamado Corriente Democrática) que desquebrajó considerablemente al partido monolítico. Varias organizaciones y/o movimientos sociales que se fundaron o consolidaron con motivo del temblor 85, constituyeron piezas claves para derrotar en las urnas (en 1988) al supuesto partido (y sistema político) invencible (Otra cosa es que, muy lamentablemente, ese triunfo fue vilmente negado, adulterado y/o arrebatado)



Entonces, hasta en el caso de este sismo, hubo cuestiones positivas o cambios para bien que se “extrajeron” o fueron resultado (directo o indirecto) de una calamidad, de una desgracia, de “un mal”.Entonces, si bien es cierto que ese terremoto destruyó, cimbró o derrumbó varios vidas y bienes inmuebles, también lo es que sacudió intensamente (para bien, obviamente) las conciencias y voluntades de muchas y muchos….¿Necesitaremos otro siniestro de esa clase para nuevamente “despertar” o para no caer totalmente el sueño que les conviene a “los de arriba”? ó, mejor dicho, ¿Cuál es el “temblor” que necesitamos hoy en día, cuál es el “temblor” que nos sacudirá?...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario